Un día Nasrudin estaba dando un paseo en su pueblo, cuando varios de sus vecinos se le acercaron. –Mullah, dijeron, ¡eres tan sabio y santo!... ¡Por favor, haz de nosotros tus alumnos para enseñarnos cómo debemos vivir nuestras vidas, y lo que debemos hacer!.
El Mullah Nasrudin hizo una breve pausa y luego dijo: -Muy bien, de acuerdo; voy a darles la primera lección en este momento:
Lo más importante es cuidar muy bien los pies y sandalias; deben mantenerlas limpias y acicaladas en todo momento.Los vecinos escucharon con atención hasta que miraron sus pies, que estaban en realidad muy sucios y calzados con sandalias viejas que parecían a punto de desmoronarse.
-¡Pero Nasrudin, dijo uno de ellos, tus pies están terriblemente sucios, y las sandalias son un desastre! ¿Cómo esperas que sigamos tus enseñanzas si no las cumples tú?
-Bueno, respondió Nasrudin, yo no voy por ahí pidiendo a la gente cómo debo vivir mi vida, ¿verdad?.
El Mullah Nasrudin hizo una breve pausa y luego dijo: -Muy bien, de acuerdo; voy a darles la primera lección en este momento:
Lo más importante es cuidar muy bien los pies y sandalias; deben mantenerlas limpias y acicaladas en todo momento.Los vecinos escucharon con atención hasta que miraron sus pies, que estaban en realidad muy sucios y calzados con sandalias viejas que parecían a punto de desmoronarse.
-¡Pero Nasrudin, dijo uno de ellos, tus pies están terriblemente sucios, y las sandalias son un desastre! ¿Cómo esperas que sigamos tus enseñanzas si no las cumples tú?
-Bueno, respondió Nasrudin, yo no voy por ahí pidiendo a la gente cómo debo vivir mi vida, ¿verdad?.
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